martes, 5 de mayo de 2009

El Desarrollo Juvenil:


Construcción histórica, social y política.

Las políticas y programas para la juventud son fundamentales
dada su ubicación en el tejido social y se han visto determinadas
por diversos paradigmas que se han modificado con el correr
de los tiempos y que actualmente coexisten. Los enfoques
tradicionales, destacan la fase juvenil como una transición a la
adultez y ,por lo tanto, como un período preparatorio para el
futuro. Los enfoques reactivos, enfatizan la juventud problema
y los avanzados, reconocen a las personas en la fase juvenil
como ciudadanas, productoras de cultura y actores estratégicos
del desarrollo. Sin embargo, no se trata de una evolución
lineal, sino que coexisten y compiten en las actuales programaciones
para la adolescencia y la juventud.
Aún cuando los enfoques tradicionales persisten, las Conferencias
Iberoamericanas de Ministros y Viceministros de Juventud
en los últimos tiempos han dado pasos certeros para avanzar,
tanto en los conceptos, como en las decisiones que dan base
a Políticas de Juventud. La Cumbre Iberoamericana del 2008,
es una oportunidad clave para consolidar y capitalizar dichos
avances. Destacan ciertos enfoques sobre el desarrollo juvenil
que se vienen implementando y dan cuenta del avance en
la materia.
El primero consiste en un enfoque de derechos que se funda
en la convicción de que el desarrollo juvenil no puede suceder
aislado del desarrollo democrático de la sociedad, donde la
calidad de la democracia consiste en fortalecer la condición
ciudadana por medio de los derechos consagrados. La visión
de los jóvenes como sujetos de derechos, los transforma de
“beneficiarios” o “usuarios” en derechohabientes, pues su relación
con el Estado se establece en la forma como se garantizan
sus derechos, lo cual conforma un componente de primer orden
para cualquier concepción del desarrollo social en el siglo
XXI. El enfoque de derechos es una herramienta jurídica que
se instala en la estructura genética del Estado para asegurar
que los derechos de la juventud sirvan de brújula en el diseño
de las políticas públicas.
El segundo, concibe a los jóvenes como actores estratégicos
del desarrollo nacional, es una orientación de política que
busca convertir a los y las jóvenes en el eje central de las
estrategias de desarrollo en los países de la región, dado que
deben estar convocados en varios espacios para ser protagonistas
en una sociedad que aproveche su capacidad,
sea en la institucionalización del cambio o en la centralidad
del conocimiento, pues se acepta que la juventud está en
una posición privilegiada para participar activamente de esos
procesos.
Un tercer enfoque lo aporta la Organización Panamericana
de la Salud (OPS), en 2001 propuso un marco conceptual del
desarrollo humano integral y de promoción de la salud con
énfasis en los adolescentes y los jóvenes, dentro del contexto
de la familia y su ambiente socioeconómico, político y cultural.
El enfoque sugiere un cambio de paradigma que fomente
el desarrollo juvenil como una estrategia para prevenir sus
problemas a futuro. Es un modelo entendido como proceso
continuo, a través del cual el adolescente o el joven satisface
sus necesidades, desarrolla competencias, genera habilidades
y vínculos sociales de colaboración.
Un cuarto aporte proviene del Fondo de Población de Naciones
Unidas (UNFPA), organismo que sugiere prestar más atención
a la promoción y protección de los derechos y las necesidades
socioeconómicas de los jóvenes debería ser un elemento
esencial de los esfuerzos de un país para erradicar la pobreza.
Este enfoque señala que para promover un cambio de políticas
que favorezca a la gente joven, se requiere en primer lugar
comprender por qué muchos países han descuidado a este
grupo de edad en sus recientes esfuerzos de lucha contra
la pobreza. Esta perspectiva de corto plazo suele considerar
que los jóvenes son vulnerables o una amenaza, pero no se
observan debidamente los escenarios adversos que enfrentan
los jóvenes. UNFPA considera necesario utilizar argumentos
basados en evidencias sobre las necesidades de los jóvenes y
prestar una atención concreta a los más vulnerables, teniendo
en cuenta el género, el origen étnico, el lugar donde viven y el
ingreso de sus hogares.
Estos enfoques ponen su atención en las condiciones que
posibilitan que los adolescentes y los jóvenes completen una
trayectoria de formación hacia la autonomía y la participación
social.
En 1986 España y Portugal ingresaron a la entonces
Comunidad Económica Europea y con ello sus niveles de
renta y bienestar aumentaron de manera evidente. A pesar de
ello, estos países tampoco han logrado las garantías plenas
para el desarrollo de la juventud, particularmente en lo que se
refiere a temas de empleo y vivienda juvenil que siguen siendo
una cuenta pendiente. Aún cuando el modelo de desarrollo
juvenil de los países ibéricos es un referente en el ámbito de la
cooperación iberoamericana, el proceso por medio del cual un
joven logra su desarrollo no se puede considerar una “receta”,
en todo caso la vinculación multinacional sirve como
herramienta para incrementar la capacidad institucional y
compartir los desafíos.
Un momento relevante del impulso al desarrollo está marcado
por la Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo
del Milenio que han suscrito los países de Iberoamérica,
donde los jóvenes son mencionados de manera explícita en
la meta 16 que se refiere la cooperación internacional para
generar empleo a la juventud. Cabe advertir que los avances
de Iberoamérica con respecto a las metas de los ODM sobre
combate a la pobreza, erradicación del hambre, cobertura
educativa y equidad de género, si bien son importantes, tienen
mayor efecto sobre la población infantil y falta una esfuerzo
adicional para abarcar a la población joven.
La degradación del medio ambiente natural y construido en
América Latina y el Caribe es alta y va en aumento, tiene
efectos negativos para la población pobre rural y urbana. Las
evidencias sobre la degradación del medio ambiente señalan
que existe una responsabilidad directa de las formas de
consumo y del estilo de crecimiento económico en la pérdida
y degradación de recursos naturales. Desde la Cumbre de
Río sobre medio ambiente de 1992 en el mundo se habla del
desarrollo sostenible, entendido como el uso y conservación
de los recursos naturales para el crecimiento y la satisfacción
de las necesidades humanas, pero sólo a condición de
garantizar su existencia para las futuras generaciones. En
tal sentido, la cuestión ambiental se convierte en un tema
central de la política de juventud pues se debe relacionar
con su participación en la gestión ambiental y con el legado
de recursos naturales que reciben de la actual generación e
adultos.
Para los países de Iberoamérica, el trinomio crecimiento
económico, desarrollo humano y desarrollo sostenible
representa el vértice de las orientaciones políticas sobre el
desarrollo. Los enfoques de desarrollo para la juventud y los
enfoques macro, se entretejen para formular un concepto
de desarrollo juvenil integral en un contexto marcado por la
globalización económica, social, política y cultural.
Los gobiernos Iberoamericanos son conscientes de que los
jóvenes de hoy viven con mayor intensidad la globalización,
caracterizada por la innovación tecnológica y su uso extendido,
por lo cual su visión del desarrollo juvenil está ligada con ese
proceso. En 2004 la CEPAL y OIJ, en el libro La Juventud en
Iberoamérica. Tendencias y Urgencias, abordan la situación
del desarrollo juvenil en el marco de la globalización como
un desafío político ante una serie de paradojas: los jóvenes
tienen más educación y menos empleo; están más informados
y presentan un déficit de participación en todos los órdenes;
aspiran a la autonomía y están limitados por la supervivencia
económica; gozan de una salud relativamente mejor y eso
impide que se observe su particular morbilidad y mortalidad;
están mejor dotados para el cambio pero millones viven en la
exclusión social; defienden una causa como el derecho a un
medio ambiente saludable pero heredarán uno deteriorado y
devastado.
Con base en el conocimiento socialmente construido y las
evidencias resultantes, se sabe que el desarrollo de los
jóvenes resulta de realizar y completar la trayectoria que los
hace autónomos por medio de la salud y la educación, lo
cual les permite una incorporación plena y digna el mercado
laboral, donde deberían obtener ingresos suficientes para
fundar un hogar propio, mientras crean lazos de cooperación
y participan en las decisiones de la comunidad, la sociedad y
los Estados.


Fuente: Juventud y Desarrollo: 2008 Nuevos Desafios con las y los jóvenes de Iberoamérica. OIJ

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